4 de junio de 2011

LA FORMACION DE DOCENTES UNIVERSITARIOS

La formación de cuadros universitarios, no es cosa que se logre de un día para otro. Es una labor de años y, además, insegura. La historia que paso a contarles, es la del Curso de Formación Docente del CEUB de 1.985. Tal vez, éste haya sido el más grande esfuerzo de la Universidad Boliviana por construir un esquema referencial y operativo, común a todos los universitarios, por lo menos a su cuerpo académico. Se pensaba que eso ayudaría a unir con éxito: “La universidad con la sociedad, la investigación con la acción y el pensar con el hacer” (cómo lo recuerdo a Clifford Paravicini cuando repito estas palabras). Pero terminó en fracaso. Permítanme que les cuente el suceso, de a poco, tal como lo viví. Seguramente para otros cronistas, las cosas sucedieron de manera distinta: Espero, muy interesado, escuchar su voz...

Pues bien, todo empezó una mañana de julio de 1.985.  Don Alfonso Vía Reque - el que más fuerte pisaba en el CEUB en ese entonces - sin respetar el trino de los pajaritos paceños, llamó a reunión, para proceder a la ejecución del Curso de Formación para la Docencia y la Investigación que había sido aprobado en Sucre, durante una de las sesiones del último Congreso Universitario. Prestos, acudieron, en primer lugar, Miriam Gamboa y Clifford Paravicini. Este último, el proyectista y decidido impulsor del tema. “No hay tiempo que perder, hijos míos, haced la verdad sobre la faz de la triste universidad boliviana”, dijo él. Y así se hizo: Unas cartas por aquí y unos llamados telefónicos por allá, bastaron para que la máquina del CEUB se pusiese en movimiento.


A la UMSA se le habían asignado diez puestos para que sus docentes asistan al Curso, (ver Convocatoria) pero su rector decidió que, más bien, había que boicotear el evento. ¡Mal inicio! Clifford tomó esta medida como una afrenta personal y, ni corto ni perezoso invitó, personalmente, a los docentes de las facultades de Medicina y de Ingeniería de la UMSA, que estuviesen interesados en ir. En estas circunstancias conocí a tan agradable persona. Más tarde, en una reunión en la que además estuvo el Decano Ing. Guido Capra, se decidió proponer mi asistencia al HCF de Ingeniería. Fue aceptada la propuesta pero, quedaba claro, que la cosa correría a mis expensas.
Perdonen que hable de mí, pero no me queda otra alternativa: Nunca pude con mi carácter obsesivo; siempre sospeché, desde chango, que detrás de los ritos “laumsianos” (Rodrigo de Urioste), había gato encerrado. Y ese es el caso: La lectura del suculento programa del Curso, prometía un acercamiento inusual al “secreto”. Hoy, después de tantos años, puedo decir que, al parecer, lo encontré y es el que vengo exponiéndolo a gritos en mí blog: Detrás del currículum de la UMSA están, principalmente, los contratos y convenios que firman los gobiernos con las empresas trasnacionales y las instituciones de cooperación extranjera, así como los que la UMSA firma con estas últimas y otras alimañas parecidas.

El Primer Módulo del Curso se ejecutó en la UTO, del 4 al 9 de noviembre de 1.985. Me acuerdo que asistieron al mismo: Freddy Bellot; Gloria Antequera (UGRM); Gerardo Villa; Walter Rocha (UTO); Carlos Aguirre; Casto Plaza; David Montesinos (UTF); Gloria Quiroz (UTB); Juan Carlos Jordán (UTO); Daniel Callaú (UTB); Valentín Viñola (UTF); Alex Gutiérrez (UMSA); José Puña (UTO); Jorge Alcoba (UMSA); y Clifford Paravicini, como coordinador.

La coordinación del módulo se realizó con tal soltura, conocimiento y precisión, que daba miedo. No habían clases magistrales. Si no queríamos, nadie hablaba. En esos casos, ni el coordinador nos dirigía la palabra. A veces era a la inversa. Estas circunstancias empezaron a tejer momentos turbulentos: De confusión, de alborozo por algún esporádico hallazgo o de desazón por no poder resolver la “desgraciada tarea”, siempre relacionada, a la corta o a la larga, con nuestra propia práctica docente. Para qué mentir: Reinaba la información, pero enseñoreada sobre nuestros fatigados cuerpos y espíritus, que hervían como cafeteras a presión. Si no era Mario Argandoña Yañez, era Amadeo Vasconi o José Bleger, la cosa es que siempre estaba alguien para meterle más leña al fuego. Nos estábamos cocinando en nuestra propia tinta. ¡Hasta que empezó a salir el néctar! Turulatos, desde el piso, discutiendo apasionadamente, poco a poco, nos fuimos rearmando y acostumbrándonos a la verdad encontrada: Nuestra tremenda irresponsabilidad como docentes. A duras penas, bajo tan tremenda carga, reestructuramos, de alguna manera, nuestro aparato psíquico,  y comenzamos a vernos las manos y pensamientos bajo la luz de un nuevo entendimiento: ¡Nuestra propia labor docente, estaba hundiendo a lo que más queríamos: Nuestros estudiantes y universidades: Oh dolor! En esas circunstancias es que se tomó la foto que va adjunta.
En la pizarra se leen las palabras que escribimos en esa oportunidad, desfallecientes y alegres, ¡que caray!:
¡ES HORA DE CAMBIAR! y  ¡Q.E.P.D. (FENIX)!
De los que están en la foto, les hablo en otra oportunidad.

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