16 de febrero de 2014

LO QUE NOS TRAGAMOS POR CELEBRAR LA DIABLADA

¿La diablada: Una tradición católica o un culto ancestral? 


                                                 “Me las lustras, diablo de porquería”.
                                                   Tomado de la página web de “La Patria”

Creo que no es necesario que me respondan. Independientemente de la respuesta que me den, la versión que se celebra en Oruro, es la católica. Y es postiza, por fuera y por dentro. Para los católicos, se está representando la lucha entre el bien y el mal. Por un lado el Arcángel San Miguel y por el otro, Lucifer y los “siete pecados capitales” (ocho contra uno). Todo a los pies de la Virgen de la Candelaria en el Socavón.
Pues bien, los diablos, luego de ser humillados por el arcángel, entran a la iglesia de rodillas, a pedir perdón a la Virgen del Socavón. O sea, el arcángel los derrota y ¿luego la virgen debe perdonar a los caídos? 

¿Cómo es eso?: Lo correcto sería que pida perdón el ofensor, no los ofendidos.


                                     “A vuestros pies madre, llega un pecador”: ¿Culpable de qué?
                                           Foto de “La danza de los diablos”, dirigida por Marco Mendizabal

¿Pero, exactamente, de qué piden se les absuelva?: De los “siete pecados capitales”, dirán a coro, muchos.

Tal vez no sea así. No creo equivocarme cuando les digo que nadie, pero nadie, puede cometer los “siete” pecados. Ya sea de a uno o en paralelo. El peor de los diablos que nos podamos imaginar, habrá cometido, en el mejor (quise decir peor) de los casos, uno.
Evidentemente, no está pidiendo absolución para ellos, sino para todos nosotros. ¡Ja!: Pero, si no nos representan. Nunca se realizó ningún acto democrático (nominación por la Asamblea Plurinacional, votación popular, etc.), donde se les otorgase tal derecho. 
Pero eso no es todo, además, la “madre”, profundamente cariñosa por naturaleza, con seguridad perdonará al tropel. Ahora bien, los diablos, al dejar de ser pecadores, serán salvos. Lo que quiere decir que, para el año que viene, ya no habrán diablos ni diablada.

La historia está chueca, mal hilvanada. Una cosa hay segura: Este año y al año y al otro y al otro, seguirán bailando los diablos. Continuarán humillándose y bailando la bellísima danza, pero para culminar con las subsecuentes bocharrera y orgía, porque, ojito, es eso lo que está en el tapete, no el perdón.

Algo anda chueco.


Si el remiendo católico se ha caído al menor soplo: ¿Cuál es la historia verdadera?
Escuchemos a los historiadores: “Básicamente, dicen, es una danza precolombina, que se la bailaba para el dios Uru: "Wari". 
¿Y quiénes son estos “Urus”? Y la respuesta, solvente y precisa, nos la da Don Dick Edgar Ibarra Grasso: Fueron los primeros migrantes que, desde el Bering, llegaron hasta acá, hace más de 30.000 años (treinta mil 00/100 años). 

El "tiu". El ser humano, desde sus primeros tiempos, siempre 
ha venerado lo que lleva entre las piernas. 
Tomado del blog: “The life and times of judge Roy Bean”

Otros historiadores de varios países latinoamericanos, coinciden con él - años más, años menos - y aclaran que la añeja versión Uru de la Diablada, se llamaba “Llama llama” y que se la conmemoraba en la fiesta de Ito, en honor al “Tiu”, a orillas del los ríos que componen las cuencas de los lagos Poopo y Titicaca, incluidas las islas en la bahía de Puno. Evidentemente, con el tiempo, la tradición se extendió al altiplano andino.
Para la celebración se usaban máscaras de largas orejas y ojos saltones. Por su lado el baile en sí mismo, tenía gran agilidad y gracia. Mejor descripción de la llama, imposible. Esto quiere decir que éste era su tótem y ritual. Pos, tons: ¿qué es lo que hay por detrás?

¿De cómo la diablada ha adquirido entre nosotros, tal valor de realidad?


En efecto, si las cosas fueran así: ¿Cuáles los motivos para que aquel tótem inicial -  tradición actual - tenga , para nosotros, tanto valor de realidad (Mircea Eliade)?  Aquí, ciertamente, se abre todo un abanico de posibles respuestas que, hasta donde sabemos, se están construyendo. 

Lo cierto es que la presencia cíclica del baile de la Diablada en Oruro, se nos impone con la fuerza de un poderoso “hecho social” (Emilio Durkheim) . Y esto es clave, pues no importa si eres creyente o no, el susodicho “valor de realidad”, la borrachera y la orgía a través de la diablada, se nos impone. Y, de cierta manera, nos hace bailar a su ritmo, por el resto de nuestras vidas.

¿La hermenéutica?: Pues la capacidad que tiene nuestro aparato de significar, para interpretar los impulsos afectivos de los demás (S. Freud). Y parece que es así. Hace algunos meses escribí un artículo:“La verga del poderoso. Sucede que el pene de cierto asambleísta de Chuquisaca, no es cualquier cosa. Me parece que por ahí van las consecuencias por tragarnos las cosas sin reflexionar.


¡Fuerza diablo!
Tomado de noticiasfides.net


8 de febrero de 2014

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