7 de diciembre de 2019


Amigos y amigas amantes clandestinos(as) de la educación superior boliviana, escuchen bien: La famosa “industrialización” del país, terminó siendo UNA GRAN MENTIRA.

Nadie niega que fue el gran ideal forjado en las luchas sociales de principios del Siglo XX hasta que los abuelos y abuelas lo lograron inscribir a fuego en la Constitución del 38 (a título de propiedad estatal sobre las "sustancias del reino mineral"), pero sin que medie un diagnóstico sobre nuestra “base productiva” pues, en aquél entonces, no había ni tiempo ni posibilidades.
Pero, seguir repitiendo el verso casi cien años después y volverlo a anotar en la Constitución Política actual o es cansancio moral o un despropósito. En suma, nadie ha hecho el estudio. Por lo tanto, nadie sabe a ciencia cierta si ese es el camino. Por eso es una mentira.

Pero, aunque el país contase con un plan de industrialización tampoco nadie sabría ni cómo ni por dónde podríamos insertarnos en el mercado actual, pues tampoco hay una evaluación del avance científico y tecnológico de las empresas transnacionales con las cuales el país mantiene tratos económicos.

Y sin saber estas cosas básicas, la CPE no duda en delegarle su investigación a la Educación Superior de Formación Profesional (Art. 91), que más parece un chiste. Pero hay más - y ¡cáiganse de ojo! - algún vivo y leal “intermediario local” ligado a la gestión de dichas empresas transnacionales, la excluyó de la Ley 070 de Educación. ¡La principal reivindicación social de la CPE, ni siquiera está en la ley! Y tal parece que a nadie le interesa el asunto pues ninguna institución de educación superior se molestó porque se le hubiese impedido “investigar para resolver algún problema de la base productiva”.

En fin, si no se realiza un diagnóstico gigantesco que permita deducir si vale la pena industrializarnos o no, seguiremos naufragando en medio de leyes engañosas y constituciones enmarcadas en el siglo pasado.

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