21 de agosto de 2013

J. J. TORRES

J.J. TORRES
Jorge Alcoba Arias

Yo le canto y le cantaré
a todas las jotas del mundo (incluida la española),
pero haré un alto
frente a la jota de J. J. Torres.

Tenía siempre la sonrisa lista en la solapa
y las manos como aspas, para saludar a las gentes
¡Cómo no recordarlo!

Lo peor que hizo fue ser militar
y lo mejor también.
¿Acaso es posible predecir?:
Decir que en el Altiplano jamás crecerá un naranjo lleno de orquídeas
habiendo tantos paladares ansiosos.

Pero, si no me equivoco
el peor error que se cometió
fue su asesinato:
¡No sirvió para nada!
Aquí, desde la placita desde la que le dispararon a su gobierno
sigue acompañándonos
con sus ojos de ardilla

y su sonrisa color nube de invierno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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