18 de enero de 2017

LA UNIVERSIDAD DE CHARCAS, ELITISTA Y ESCOLÁSTICA

Empezaré con una verdad que la hemos reflexionado poco: El trabajo para aliviar el dolor de los enfermos mediante determinadas prácticas, existe en nuestro Altiplano desde hace unos 30.000 años con éxitos y yerros. Pero sólo cuando los seres humanos comprendieron lo que es la salud, instalaron establecimientos para su atención y aprendizaje metódico.

En “occidente” por ejemplo, la teoría y la práctica de la medicina se unían en la “Casa de Sabiduría Dar al Hikma”, del Califato de Oriente (Siglo IX). Lo mismo se puede decir de la Universidad Musulmana de Córdova, de la “Escuela de Medicina de Salerno”, de espíritu laico, y de la Universidad de Salamanca (1.220), cuyo texto único y obligatorio era entonces el “Canon de Avicena”.

Pero de esto, en la América Española no había nada. Acá las universidades tenían el propósito de proteger y propagar la fe. Tal el caso de la Real y Pontificia Universidad de México (creada en 1.551 y que, valga la aclaración, no es la actual UNAM), allí se estudiaba la cátedra de medicina, pero no para ejercer la profesión, sino para dictar cátedra. Lo mismo sucedía en las otras universidades sudamericanas donde se estudiaba medicina teórica, memorizando el “argumento de autoridad”, para luego repetir la verdad revelada.

¡Pero cáigase de ojo!, la Universidad de Charcas (1.624), donde sólo asistían las clases acomodadas, ni siquiera contaba con la cátedra de medicina. Toda la institución tenía como propósito el “ejercitarse en letras, virtud y hacerse capaces de las mercedes y honras del rey, en lo oficios y dignidades de este reino”. O sea, arribista e inútil.

Por si fuese poco, según la clerecía, una sola universidad en Charcas era insuficiente y pensaban en abrir otra semejante, en la Ciudad de La Paz. Casi al final del periodo colonial, las autoridades eclesiales y políticas elevaron la solicitud. Pero el avance impetuoso de la Guerra de la Independencia, cambió el curso de sus gestiones y terminaron requiriéndola a la Asamblea Constituyente de 1.825 y al propio Presidente José Antonio de Sucre.

Pero al ver que el nuevo gobierno expropiaba iglesias y fundaba Escuelas de Artes y Oficios, basados en sus ideales liberales, retrocedieron en su demanda pues, no vaya a ser que se funde una al estilo europeo, al margen de la Iglesia y se les diese por dedicarse al estudio de la filosofía y las ciencias, desde un prometedor empirismo. ¿Cómo se resolvió el incordio? Ya se lo contaremos.


No hay comentarios:

JORGE DÁVALOS: ESTÉTICA DEL ELEMENTO CÁRNICO

En un ambiente pictórico raro y semioscuro, el gris y el rojo sucios se mezclan con trozos de carne, de grasas, de caras y de cuerpos despar...