Obra: “Intentaré volar” (Io Provo A Volare), de Berardi Casolari
Dirige: Gabriella Casolari (Italia)
A continuación les ofrezco un relato de lo que vi y entendí de la obra de teatro. Si no corresponde con la realidad, no me censuren con acritud, pues eso es lo que se escuchó en la galería. Y también lo que se vio, por ejemplo, que el público asistente llegó a las trescientas personas, de las cuales, 47% de sexo femenino.
El telón se abre a los acordes de una canción en italiano, interpretada por un guitarrista - Davide Berardi - que usaba - ¡ojo con el detalle! - el mismo gorro que usaban las tropas del Ejército Rojo, al triunfo de la Revolución Rusa. La canción también la acompañó un acordeonista de talento: Bruno Galeone. Por su lado, el actor principal - Gianfranco Berardi - empieza su actuación reclamando, en un español, acelerado y muchas veces difícil de entender, la flojera de los jóvenes de hoy que todo lo quieren sin trabajar, fácil, y la de unos padres que lo fomentan. Ya entrando en materia, para el actor, lo más adecuado sería seguir el ejemplo de esfuerzo y perseverancia del cantor italiano Domenico Modugno. Sin embargo se pregunta si las generaciones actuales lograrían entender su modelo, que él mismo, en su adolescencia, decidió seguirlo, aunque con suerte adversa.
Davide Berardi, Gianfranco Berardi y Bruno Galeone |
Dicho y hecho, el joven por impulsos de su vocación, decide hacerse actor profesional, entrando a la academia, que se transformará en la fuente de todas sus vicisitudes. De todas maneras logra graduarse y ya con el diploma en la mano, decide probar suerte yéndose a la gran ciudad. Pero la respuesta que obtiene en todo lado es siempre no, excepto en el circo. Allí le ofrecen nada menos que el trabajo de mono, gracias al cual se encuentra, en medio de cómicos embrollos, con otros actores que también han absuelto la academia. Este detalle le basta al novel actor, para comprender hasta qué nivel ha tenido que envilecer su profesión y su persona, por lo que decide abandonarlo todo y regresar a su pueblo natal. Ahora bien, la excusa para disimular su fracaso, pues alguna habrá que darla, es que regresa para ocuparse de los asuntos culturales de su pueblo natal, pero no como actor sino como funcionario municipal de cultura.
El actor Gianfranco, explicando sus peripecias como actor de circo. |
Sin embargo el puesto de responsable cultural ya está
ocupado por un avieso político que sólo espera ser elegido alcalde para
inaugurar el viejo teatro que ha sido remodelado. En efecto, el antiguo
edificio fue transformado y destinado a labores de toda índole, hasta no quedar
nada de la primitiva arquitectura, destinada a albergar el arte. Molesto por
esta situación decide destruirlo hasta que no quede nada de él, pero sufre severas
lesiones en el intento.
El juego de luces y sombras está delicadamente diseñado para lograr asombrosas combinaciones con el artístico movimiento de Gianfranco |
En síntesis, gracias al detalle del gorro y las alusiones al PCI (Partido
Comunista Italiano), la obra termina siendo una metáfora relativa a las grandes
luchas por el socialismo que han envuelto al mundo entero, toda la época pasada. En este
sentido el actor representa a todos los izquierdistas que, a pesar
de haberse titulado de revolucionarios, al final terminaron tragados por la
sociedad burguesa a la cual habían jurado destruir. Valiente juicio y que es, sin embargo, de
tan ardua digestión.
Si por un lado la obra es de carácter pesimista y sabor dulzón, por el otro, el espectáculo es más sobrio que una visita a un mausoleo donde todo lo negro de la escena - la boca dura que se comió a varias generaciones durante el Siglo XX - es muy bien aprovechada por las piruetas y la camisa blanca del actor que lució, dicho sea de paso, todo su arte.
Si por un lado la obra es de carácter pesimista y sabor dulzón, por el otro, el espectáculo es más sobrio que una visita a un mausoleo donde todo lo negro de la escena - la boca dura que se comió a varias generaciones durante el Siglo XX - es muy bien aprovechada por las piruetas y la camisa blanca del actor que lució, dicho sea de paso, todo su arte.