Comentarios al Festijazz 2.015.
EL JAZZ EN LA PAZ
EL JAZZ EN LA PAZ
En los sesentas, aplaudíamos a Johnny Gonzales y sus sesiones de jazz en “La Cueva”. El joven hacía lo que podía con su piano y no lo hacía del todo mal. Pero ahora, la cosa ha cambiado. Álvaro Montenegro no hace lo que puede: Hace lo que tiene que hacerse: Agarra una partitura de Adrián Patiño, la estudia y la arregla a lo que él estima es el estilo de Davies. Arrastra a Patiño a la ternura de Davies. Lo saca del sitio que los “costumbristas paceños” le habían creado y lo lanza contra el festijazz, para hacerle decir lo que nunca dijo pero que, si se hubiesen encontrado, lo habría dicho: La búsqueda de la belleza no tiene límites.
¿QUÉ TIENEN EN COMÚN MILES DAVIS Y ADRIÁN PATIÑO?
Entendíamos que eran dos formas musicales peleadas. Por un
lado el arte de la sorpresa y por el otro el de la tranquilidad de todo hogar
cumbiero. Pero el concierto de esta noche, plantea un punto de unión: La creatividad
que jalona a ambos. Y sólo a un loco, a un grupo de locos mejor dicho, se les
puede ocurrir semejante cuestión. Lo que tienen en común “Nardis” con “Corazón
de oro” o con la cuequita que cantó la señora del vestido corto de acá y largo
de allá (Carla Casanovas), es un comentario, un desgarramiento de lo uno para poder explicar lo
otro, una “paráfrasis”.
PERO ¿QUIÉN ARRASTRA A QUIÉN?
Ya lo dije, pero - y para aquellos que dudan y luego silban
- va lo siguiente: El asunto, me parece, puede resolverse luego de escuchar la
primera canción del festival, “Milestones” que, originalmente, la interpretaron
Davis, Evans y Coltrane. Una composición, llena de cadencias, de sentimiento,
de saxos y pianos escupiendo vida. Con ella logras deslizarte por los bordes de
las flores y del tiempo, con azoro, aspirando los aromas que vas encontrando. Y,
aunque te rasques, lo mismo vale para “irpaveñita”.
EL CASO DE "NEVANDO ESTÁ"
Ahora, con “nevando está” la cosa se pone más seria.
Lo primero
que hace el grupo, es ofrecerle a Montenegro una base rítmica, sobre la cual el
músico, cual Pedro por su casa, se desliza. Pero mientras el patina sobre el
pentagrama, a ti te incita a bajar desde La Cumbre rumbo a Unduavi, a pie, bamboleándote
como oso, al ritmo de la canción, resbalando al lado de la nieve que te cae y
cae en la cara, mientras el viento te alegra los cachetes y el frio rebusca en
tu conciencia tus pecados, para enrostrártelos una vez más.
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