8 de septiembre de 2015

ÁLVARO MONTENEGRO – ADRIÁN PATIÑO – MILES DAVIS

Comentarios al Festijazz 2.015. 

EL JAZZ EN LA PAZ

En los sesentas, aplaudíamos a Johnny Gonzales y sus sesiones de jazz en “La Cueva”. El joven hacía lo que podía con su piano y no lo hacía del todo mal. Pero ahora, la cosa ha cambiado. Álvaro Montenegro no hace lo que puede: Hace lo que tiene que hacerse: Agarra una partitura de Adrián Patiño, la estudia y la arregla a lo que él estima es el estilo de Davies. Arrastra a Patiño a la ternura de Davies. Lo saca del sitio que los “costumbristas paceños” le habían creado y lo lanza contra el festijazz, para hacerle decir lo que nunca dijo pero que, si se hubiesen encontrado, lo habría dicho: La búsqueda de la belleza no tiene límites.

Foto de Página 7


¿QUÉ TIENEN EN COMÚN MILES DAVIS Y ADRIÁN PATIÑO?

Entendíamos que eran dos formas musicales peleadas. Por un lado el arte de la sorpresa y por el otro el de la tranquilidad de todo hogar cumbiero. Pero el concierto de esta noche, plantea un punto de unión: La creatividad que jalona a ambos. Y sólo a un loco, a un grupo de locos mejor dicho, se les puede ocurrir semejante cuestión. Lo que tienen en común “Nardis” con “Corazón de oro” o con la cuequita que cantó la señora del vestido corto de acá y largo de allá (Carla Casanovas), es un comentario, un desgarramiento de lo uno para poder explicar lo otro, una “paráfrasis”.

PERO ¿QUIÉN ARRASTRA A QUIÉN?

Ya lo dije, pero - y para aquellos que dudan y luego silban - va lo siguiente: El asunto, me parece, puede resolverse luego de escuchar la primera canción del festival, “Milestones” que, originalmente, la interpretaron Davis, Evans y Coltrane. Una composición, llena de cadencias, de sentimiento, de saxos y pianos escupiendo vida. Con ella logras deslizarte por los bordes de las flores y del tiempo, con azoro, aspirando los aromas que vas encontrando. Y, aunque te rasques, lo mismo vale para “irpaveñita”.


EL CASO DE "NEVANDO ESTÁ"

Ahora, con “nevando está” la cosa se pone más seria. 
Lo primero que hace el grupo, es ofrecerle a Montenegro una base rítmica, sobre la cual el músico, cual Pedro por su casa, se desliza. Pero mientras el patina sobre el pentagrama, a ti te incita a bajar desde La Cumbre rumbo a Unduavi, a pie, bamboleándote como oso, al ritmo de la canción, resbalando al lado de la nieve que te cae y cae en la cara, mientras el viento te alegra los cachetes y el frio rebusca en tu conciencia tus pecados, para enrostrártelos una vez más.

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