11 de septiembre de 2015

LOS SANJINECES Y LOS PARODIS

SANJINÉS 13 – VILLANUEVA – CASANOVAS (LA BELLA)

Jorge, Carla, Fernando y el quenista (?)

Este grupo cumple: Promete lluvia y a continuación se la escucha cayéndote, tersa y fresca como una nota de re y no sólo desde la voz de los instrumentos sino también desde la argentina voz de la muchacha (Carla Casanovas), que se lució con sus arpegios. Gracias a ella - a su canto - pudimos saborear, en mayor profundidad, el arreglo de cueca “anti – simeon”, que interpretaron: Qué manera de destrozar, fusa en mano, los cánones más respetados por nuestros quirquinchos de la música tradicional boliviana. 

El gorrión
Miren el despliegue de instrumentos
También se lució Fernando  el recordado hombre de “La Cueva” - que no sólo hizo cantar a sus manos (ante un mal micrófono), sino que le metió dos solos de tambores, uno en ritmo de zamba, que nos hizo sacudir  el dedo gordo del pie derecho a todos y otro, un “yungueño”, que con la ayuda de una serie de juguetes creó toda una jungla repleta de pájaros, arroyos, lluvias, silbidos, monos, etc. que enmarcaron el desarrollo del posterior repiquetear de sus “cueros” (aunque hoy ya no son cueros sino parches).Es tan capo este cuate que pudimos observar que usa baquetas en forma de escobas de paja.

Jorge: ¡Bien!
Punto aparte para nuestro amigo Jorge, un gran dinosaurio de la guitarra, que si bien la tocó con gran maestría, no sonaba bien. La voz del instrumento era muy gruesa. Había que hacer un esfuerzo para escucharla como cuando sufres por escuchar a un amigo “ch´aja”.
¿Y el quenista, también de nuestra generación?: La muerte, cómo sopla. ¡Bravo!


GILLES PARODI LAURENT ZELLER.

Gilles y Laurent

A estos sí que los esperaban los trescientos espectadores (de los cuales, maoma, veinte eran adultos mayores), para aplaudirlos con agrado. Es que la alegría de Gilles es contagiosa y no me refiero a la de su amable rostro sino, además, a su estilo de tocar el violín, siempre juguetón y lleno de sorpresas. Tal vez lo mejor que interpretaron fue su arreglo de la canción de Piaf “El himno al amor”, cuya entonación y brío llegó con fuerza a un público ansioso de escuchar el cálido “abrazo de lo francés”.

En pleno ataque

La entrada de Gustavo Orihuela causó alegría en la audiencia. Violín en mano, dio inicio a una serie de rounds con su contendor, de los que emergieron, en ambos, sus maneras de entender e interpretar una misma canción: ¿Gustavo más agresivo y Gilles más melodioso?

Gilles, Orihuela y Laurent
En Laurent, el guitarrista, sobresale su profesionalismo el que, sin levantar la mirada de sus cuerdas, ofreció los cimientos a todas las construcciones musicales. Sus solos fueron mesurados, medidos: Lo suficiente para que todos capten la belleza de la melodía y de su ejecución. 

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