21 de abril de 2016

EL FINAL DEL JUICIO (PARAGUAY)

Teatro El Arlequín de Paraguay, nos trajo esta obra de Roberto Cossa (Argentina), dirigida por Pablo Ardissone, contando con los siguientes actores: Jorge Ramos, Héctor Silva y Augusto Toranzos.



El trío de actores que hizo las delicias de ciento veinte espectadores

La obra presenta el enjuiciamiento celestial del Sr. Jaliri, quien abandonó este mundo hace diez y seis años y recién hoy se puede atender su caso. Los dos personajes centrales – abogado y “acusado" – están en la antesala del Tribunal Supremo Celestial, momentos previos a la audiencia. El abogado defensor, perdón el Sr Letrado de la defensa, repasa lo que el “acusado" habrá de sostener cuando sea interrogado. Con ese motivo se repasan primero los siete pecados capitales.


Abogado y defendido en plena actuación. 

La evaluación deja en claro algunos pecados menores, pero que el tribunal supremo podría entenderlos como importantes o encontrarlos insulsos. Por ejemplo: El haber salvado a una viejita; haber comido ravioles donde la tía por piedad; haber blasfemado en el lenguaje que se dice siempre, etc.
Pero también pasan a examinar los diez mandamientos y con igual resultado: Que podría resultar sospechoso al Tribunal, el haber sido fiel a la esposa; el asegurar que los gritos de la esposa: “me vas a matar”, eran producto de la pasión y no del miedo; que si bien es adecuado haber constituido una cooperativa y haber eliminado a los patrones, no lo fue al ofrecer pan gratis como propaganda del restaurante, pues podría entenderse con una comparación con Jesús.
Los diálogos sufren frecuentes interrupciones, agradables por lo demás, por parte del ujier, que comunica los últimos acontecimientos en la sala: Nuevos procesos que abren los grandes compositores de música clásica contra sus pares, por plagio, el uso obligatorio de zapatillas rojas, entre otros detalles.


El astuto aboga, perdón: 
Señor Letrado

       El "acusado"

Ahora bien, a pesar de los ruegos del Sr. Jaliri al Sr. Letrado (su abogado), para que le diga cuál será la sentencia, la respuesta es hilarante: “Le he dicho que aquí el Tribunal no dicta sentencia sino que dictamina”. Con lo cual permanentemente le niega la respuesta. 

El asunto es que el abogado no puede salir de su viejo esquema de trabajo por lo que, además, obliga a su defendido a incriminarse de cosas que no hizo, aspecto que es conveniente a la rutina legal del cielo, pues de esta manera, el proceso será corto y le evitarán problemas al Señor Letrado.


Don ujier

La comedia es un tirón de orejas al ejercicio de la justicia, a partir de la presentación de paralelismos insólitos entre el ejercicio de las dos justicias, la divina y la terrena. Por ejemplo: Las relaciones entre los que están arriba y abajo, no son las que se supone deberían existir entre “hermanos”; el ejercicio de la justicia divina, tan importante para todo muerto, es asumido como un acto pedestre, antes que como un acto de “amor”; el “tiempo celestial” en cuanto a retardación de justicia, luce igual (o peor) que el “terrenal” (lo que es un gran consuelo para los(as) bolivianos(as).

El trabajo teatral luce sencillo, al estilo de Chejov. Por eso la presentación debía ser sobria y descansar en una excelente dirección y un alto nivel de actuación. Todo esto estuve presente.



El director con los tres magníficos actores

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