16 de abril de 2016

EL RETORNO DEL DUENDE ANDALUZ

Empezaré diciendo que los comentarios que vertí en agosto de 2015, cuando se estrenó la obra en La Paz me siguen pareciendo adecuados.


En esa oportunidad ensalcé los brincos de Marcos y el abrazo sincero de los dos amigos al final de la obra: Fueron ambas actitudes las que provocaron que todos nos pongamos de pie para aplaudir. 
En esta oportunidad, los doscientos asistentes al teatro no hicieron lo mismo.

¿Por qué?

Para intentar responder la pregunta, miremos las fotos: 

La obra empiza con el "gitano" Piraí, luciéndose.

Un pueblo que no ayuda y no fomenta su teatro,
si no está muerto, está moribundo.

El duende es un poder y no un obrar, es un luchar y no un pensar.

El duende no llega si no ve posibilidad de muerte.
(Atención con el movimiento de dedos del actor)

Recordad el caso de la enduendada Santa Teresa, cuyo duende  la traspasa con un dardo, queriendo matarla, por haberle quitado su último secreto: El Amor libertado del Tiempo.

El juego del actor con la mosca: Acércate mosquita que te estoy esperando

Basta unos lentes para generar la sensación de estar en la playa,
de bogar, de remar y de marearse, todo en un pequeño bote.

El acercamiento físico entre el actor y el músico, ausente en la anterior presentación,
en 
esta oportunidad se repitió varias veces.

El sincero pero no emotivo abrazo final.

El gran actor, despidiéndose.
Conclusión: Las actuaciones fueron irreprochables. Es posible, entonces, que el acercamiento físico entre el actor y músico haya alterado al duende de la obra.

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