Atendieron al grupo, ciento cincuenta personas en platea, mitad hombres y mitad mujeres. En anfiteatro y galería cien almas. |
Este grupo no se anda con pequeñas, agarra la música que
tiene sus raíces en las cercanías de la Cordillera de Los Andes y logra hacerla
balancear de manera creativa. Este artilugio le permitió, principalmente al charanguista (Raschid Alba Ale), expresarse libremente.
El creativo Raschid |
Y si no fuera por el joven
de la zampoña (Félix Arturo Rodríguez), la cosa volaría. Ni que decir del
guitarrista (no estoy seguro si fue Efraín Velásquez), más ácido que “Grateful
Dead”. La batería (Edwin Carrillo), se deslizó tranquila, haciendo su trabajo,
lo mismo que el bajo (Efraín Blass).
El psicodélico guitarrista |
El programa, aparentemente fue sencillo: Un “doctorcito” más
swing. Luego una cueca más swing. Después el “Cóndor pasa” - de Daniél Alomía Robles, 1.913, Perú cuya interpretación
fue dedicada a Perú Jazz - en la que se propone una nueva descripción del ave y
del paisaje.
Efraín y Felix, haciendo de las suyas |
En seguida, la sumatoria de una saya, un bailecito y swing que dio
como resultado “Coroico”. Por último un suri-sicuri de Oruro más swing.
Edwin y sus tambores |
Todas las composiciones mostraron dedicación, gran
creatividad y fueron bien interpretadas.
Para terminar una sugerencia. Me parece que la no inclusión
de instrumentos de percusión ha limitado la expresión de la banda.
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