16 de septiembre de 2015

TAKESI

La nostalgia es un batracio de piel seca que nace en el pecho de quienes están lejos de casa. Los que hemos sentido su saliva viscosa lo sabemos. Estos jóvenes son sobrevivientes confesos de la marca del sapo. Por eso su música es un paseo por Bolivia. 

Diego Ballón, Álvaro Montenegro, el quenista llegado de México (¿?),
Cristian Laguna e Iván Guzmán
Ya sea por los altos cerros para contemplar la inmensa altipampa o por los senderos donde ventea el “urucum”, el “khehuayllu”. O por lo menos para pisar la yareta del camino. Eso es Takesi: El mismo camino milenario que trajo hasta acá a nuestros antepasados, hace decenas de miles de años (según Dick Edgar Ibarra Grasso, 30.000).

Delicado piano
No se podría entender de otra manera, por ejemplo la primera interpretación, donde se lucieron la zampoña (cuyo nombre no aparece por ninguna parte, pero que acaba de regresar de México), y la flauta (Álvaro Montenegro). O “Wara”, una canción de cuna para hacer dormir a una niña nacida entre las montañas (que espero ese sea el caso de Estela, la hijita del bajista Cristian Laguna), una pieza lenta, a ratos saltadita y burbujeante, de amor.
Cariñoso padre

Eximio interprete
“Killa” es otra cosa, es un lento paseo por los senderos de la montaña, donde centellean las voces combinadas del piano (Diego Ballón), la flauta y el bajo, pero no de la batería (Iván Guzmán). 

Muy buen interprete
Para Takesi era preciso un otro Guzmán, más taciturno, no uno con su “ajayu” encadenado, incapaz de soportar el tocar bajito y sin poder reprimir sus repentinos rugidos.

La cueca ha sido hecha para que brillen el piano y la flauta, y el público se embelese con sus artistas.

Por último, “Pachamama”, que ya la habíamos escuchado hace unos días. La versión ésta, más calmada y descriptiva.
El gran Ivan no le agarra a Takesi

En suma, la añoranza musical de Takesi sólo se la puede apreciar en la soledad o en la semioscuridad del Teatro Municipal, que les concedió un hermoso rincón húmedo.

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